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sábado, 28 de abril de 2012

Sailor Beware - Etienne

Etienne se ha vuelto recurrente en el blog, sus entradas están entre las más vistas. Hoy les tengo una propuesta diferente, les publico unas imagenes del artista acompañadas por el un texto también del propio artista. La historia es un tanto polémica, obviando ciertos prejuicios étnicos, me resultó algo interesante el estilo narrativo... En unos días tendré lista la versión descargable. Besos y un lindo fin de semana...

Se debe tener demasiado cuidado en un país como Omán. Pero en el momento del desembarco en el  aislado  puerto de Salalah, Jake y Cal estaban tan calientes por su larga travesía en el mar y la falta de sexo; olvidaron por completo la prudencia y decidieron ir a tierra a buscar algunos coños nativos.

La gira por los bares exóticos de la ciudad, finalmente los llevó a “El Yanki”, el más sórdido y notorio de los antros cercanos a los muelles. Tal vez los dos jóvenes marinos no habían sido advertidos de la dudosa reputación del lugar, tal vez no vieron las señales colocadas afuera del bar donde decía: “Entrada no permitida a personal militar americano". Lo más probable es que los dos amigos estaban tan borrachos por el licor nativo, al momento de su llegada a  El Yanki que no habría ninguna diferencia de todos modos.

Tenían los poderes de observación, un poco nublados por el alcohol, no pudieron notar la forma en la que el bartender; una bestia musculosa enorme, llamado Ahmed, los estudió atentamente con los ojos entrecerrados, desnudándolos mentalmente. Puede ser que se hayan preguntado por la expresión de su rostro, parecida a el aspecto de un comerciante de caballos quién evalúa y examina su mercancía en el mercado. Incluso no llegaron a sospechar cuando Ahmed disimuladamente roció unos polvos de aspecto extraño en sus bebidas.

Por desgracia, no se dieron cuenta de ninguna de estas cosas, hasta cuando los tragos drogados, finalmente surtieron efecto, Jake y Cal no supieron que les golpeó.

Tan pronto como los dos estadounidenses sucumbieron a la poderosa droga, Ahmed ahuyentó a sus otros clientes, sólo unos pocos nativos con miradas diabólicas, quienes amablemente partieron, con una sonrisa de complicidad, evidentemente, muy conscientes de las intenciones de Ahmed. Incluso llegó al extremo de  comentar mientras cerraba la puerta, "Vas a conseguir un buen precio para este par, Ahmed".


Después de cerrar la puerta, el musculoso camarero ató a los drogados marines con unas cuerdas fuertes y los amordazó con tiras arrancadas de sus propias camisetas.

Sin esfuerzo, se echó a los cautivos ahora atados, uno en cada hombro como dos bandas de carne de res, y los llevó al sótano, donde sus gritos al despertar no serían escuchados por los transeúntes.

En el sótano oscuro y húmedo, el árabe examinó sonriendo  a sus prisioneros con ojo de experto. Era evidente que bajo los uniformes blancos ajustados, habían excepcionales cuerpos fibrosos y jóvenes. ¡El sultán pagaría muy bien por un par de este tipo!, pensó.

Conociendo que la droga pronto desaparecía, Ahmed interrumpió su regocijo y encadenó a Jake y Cal, cada uno en una columna de piedra enorme, con los brazos extendidos hacia arriba y los pies colgando a unos cuantos centímetros del suelo.

Para cuando terminó de encadenar a sus prisioneros, ambos navegantes habían recobrado el conocimiento. Después de recuperarse de la conmoción inicial de verse en una situación tan extraña, comenzaron a gritar maldiciones y amenazas a su captor, el miedo y la rabia borró completamente la borrachera anterior. Ahmed ignoró sus gritos y maldiciones; procedió a desnudar metódicamente a sus dos premios.

El árabe más o menos arrancó los uniformes de los marineros suspendidos,  cada pulgada cuadrada de piel se expuso a la tenue y parpadeante luz de la vela que era la única iluminación de la bodega, la sonrisa de Ahmed se hizo más amplia. Aquí tenía dos fornidos chicos cuya perfección iba más allá de sus más locas esperanzas. Grandes brazos musculosos, hombros anchos, amplios pechos firmemente desarrollados, adornados con deliciosos pezones marrones y un puñado de cabellos delicados, mechones negros en el pecho de Jake y una peluza dorada  bordeando los dulces pezones de Cal. Los vientres duros y cincelados, los culos eran como dos melones perfectos. Ambas vergas y las bolas que colgaban del nido de cabello almizclado de la entrepierna estaban gruesas y jugosas, dos joyas carnosas que le hacían agua la boca.

El espectáculo de los dos marinos estadounidenses, bellos, desnudos e indefensos, fue más de lo que Ahmed podía soportar. Su enorme polla de caballo, comenzó a agitarse en sus pantalones, extendiéndose, alargándose, con un endurecimiento de un poder tremendo. ¡Que ganas de meter la “herramienta” desenfrenadamente en aquellos culos duros y redondos! No había ninguna diferencia entre ellos, el llamado Jake con su hendidura en la barbilla lucía como una estrella de cine, o Cal con su mandíbula cuadrada, aquel corte de cabello y su intenso bronceado estilo California. Cualquiera de esos dos cuerpos fornidos serviría igual de bien para saciar su enorme e insaciable apetito.

Sin embargo, sería absurdo usar a los marineros americanos para satisfacer su lujuria. Si pudiera venderlos como vírgenes, obtendría un precio mucho más alto de los posibles compradores. Unos pocos minutos de placer ahora, aunque ciertamente gustosos, reducirían  dramáticamente el valor de mercado de los prisioneros.


Frustrado y enojado, el musculoso camarero árabe descargó su furia sobre los dos marineros. Conectó a Cal y Jake, con una corta cadena que tiraba de sus penes: ¡de una puta vez!, se extendían  dolorosamente, provocando que los americanos maldícíeran al tener que  arquear las caderas hacia delante en un intento de aflojar la presión que ejercía sobre sus vergas. Las maldiciones de los marinos  pronto cambiaron a gritos cuando Ahmed comenzó a administrar  fuertes azotes con un pesado látigo, golpeando primero, luego al otro.

Los dos amigos gritaban retorciendose del dolor mientras se sacudían, tratando en vano de escapar de los besos ardientes del látigo, los espasmos de las sacudidas por la cadena que unía a sus pollas. Doloroso como era, no podían sino suplicar clemencia como respuesta a los latigazos.

Para humillar todavía más a sus víctimas indefensas, Ahmed sacó su pene erecto y roció los cuerpos marcados por el látigo con un chorro de orina árabe.

En vez de atenuar sus deseos, el juego sádico sirvió para inflamar aún más a la bestia árabe. La enorme polla de Ahmed estaba tiesa como una barra de hierro, la cabeza púrpura, llena de protuberancias de las mismas fugas copiosas de líquido pre-eyaculatorio. Sentía como si su “palo rígido” iba a estallar en una explosión de cartílagos si  no embestía pronto un húmedo, caliente y apretado culo. En un frenesí ciego, apenas consciente de lo que estaba haciendo, el barman enloquecido desató la cadena del pene y seleccionó a Cal como el afortunado receptor de su esperma hirviente, tomó las dos firmes y bien torneadas nalgas del rubio marinero, levantó las manos, extendiendo los muslos Cal para exponer su aún virgen y cubierto por unos finos cabellos agujero de color rosa.


Paso a paso entre las piernas extendidas, colocó la punta de su "garrote" marrón viscoso, presionando fuertemente la pequeña apertura arrugada de Cal.

Los ojos azules de Cal se abrieron y una mirada incrédula apareció en su rostro al darse cuenta de las intenciones de Ahmed.

"No. .. No. .." gritaba, "No ... No. .. Por favor ... ¡Oh, Dios! ... No ..." Él resistió el culo tratando de alejarse de la punta de la polla apretada contra su agujero virgen, pero las grandes manos, del árabe, lo agarraron por las caderas sujetándolo firmemente en el lugar.

Desde la otro columna, Jake tenía un asiento de primera fila para presenciar el desfloramiento del culo de su amigo. Jake quedó sin aliento al ver como la "tranca" de Ahmed embestía con fiereza ; el culo de Cal, como un martillo golpeando en la mantequilla. Oía el sorbido de humedad que hacía al incrustarse en las entrañas del marinero rubio que gritaba. Podía ver la cara de dolor de Cal mientras era salvajemente violado, las lágrimas en sus ojos que apretaba con fuerza, la humillación mezclaba con el dolor. Podía oír los sollozos de Cal, jadeos, gritos, gemidos, y el aplastado, aspirado, salpicado de la perforación de la "vara" rígida de Ahmed dentro y fuera, fuera y dentro del recto del marinero golpeado por un "pistón" implacable. Vió a Cal orinarse,empapado de sudor, girando y retorciéndose mientras trataba infructuosamente de levantarse del "poste" grueso y moreno, al cual estaba empalado.

¡Era horrible! ¡Asqueroso! Y sin embargo, la cosa más emocionante Jake había visto nunca.

No pudo hacer nada para evitarlo, Jake sintió que su propia verga engrosaba en una erección palpitante. Y cuando el músculo duro de Ahmed, indicó que estaba disparando su carga en el culo abierto de Cal, la polla de Jake respondió eyaculando una pesada carga del propio zumo de sus bolas con tanta fuerza que los globos viscosos tirados al suelo salpicaron fuertemente  los pies de Ahmed.

Después que había pasado una semana, el culo de Cal recuperó algo de elasticidad y fue capaz de poder cerrar sus muslos de nuevo. No tenían forma de saber cuánto tiempo había pasado, ya que habían sido mantenidos encerrados en el sótano, encadenados a los pilares de piedra. Su secuestrador árabe pareció perder todo interés sexual en sus cautivos, por lo que Cal y Jake se libraron gracias a Dios de alguna repetición de la brutal violación que había ocurrido el primer día de su cautiverio.

Ahmed habría preferido esperar hasta que hubieran desaparecido por completo  las marcas del látigo de los cuerpos de los marineros  antes de organizar la subasta, pero se dió cuenta que la Marina de los EE.UU investigaba la desaparición de los dos yankis, el aplazamiento de la venta por más tiempo podría resultar peligroso. Así fue que sólo siete días después de haber aterrizado en Salalah, Cal y Jake se encontraron desnudos, de pie sobre bloques de madera a los cuales fueron encadenados de forma segura, rodeados de una multitud siniestra y clamorosa, a punto de ser vendidos al mayor postor.


Aunque la venta se llevó a cabo en un idioma que ninguno de los marineros entendido, era evidente espíritu de la puja y los gritos apasionados, la multitud estaba agradecida por la calidad de la mercancía que se mostraba en los bloques de la subasta.

Como cualquier buen subastador, Ahmed permitió a los clientes de inspeccionar las mercancías a corta distancia,  todos ellos se aprovecharon de la oportunidad para palpar los orificios más privados e íntimos de Cal y Jake. Los marineros tuvieron que soportar los dedos en la boca, además de abrir las mandíbulas lo suficiente  para permitir la inspección final de los dientes, al igual que animales de mercado. Se ruborizaron como par de  remolachas rojas , cuando Ahmed les  exigió virarse y extender con sus propias manos las dos tapas de las nalgas para que la multitud pudiera comprobar mejor sus agujeros, la mayoría inspeccionó introduciendo uno o dos dedos engrasados en sus anos. Los dedos insertados luego se torcieron con un movimiento de tirabuzón para determinar la lisura del  recto, o para poner a prueba la elasticidad y el embrague del culo.

Emocionados por el bochorno y la vergüenza, Jake y Cal se enfurecieron, pero obedecieron cuando se les ordenó abrir la boca bien, sacar la lengua y moverla para mostrar al público  los placeres adicionales que estarían disponibles al comprar uno.

No se atrevieron a negarse a ninguna de las exigencias requeridas por Ahmed, no importa cuan humillante o degradante fuera, el astuto árabe les había informado en la mañana que si mostraban alguna resistencia, serían sumariamente castrados. Un par de testículos de marineros se venderían por un precio muy alto en el mercado, eran utilizados como un poderoso afrodísiaco, les informó, y de hecho algunos sultanes preferían su mercancía entregada en su país previamente “deshuevados”, destacó Ahmed,  los esclavos castrados eran una mercancía bastante requerida.

Para demostrar su punto, el hábil árabe había traído a un escuálido jóven de origen marroquí, fue arrastrado a la bodega por parte de algunos cómplices, y ante los ojos horrorizados de los marineros americanos encadenados, el hombre había sido castrado. Cal y Jake no tenían forma de saber que había sido  un ingenioso engaño, escenificados por actores locales, un cuchillo falso, un poco de sangre de pollo y un par de testículos extraídos de un cabrito.

Sin embargo, ni Cal o Jake notaron el engaño , creyendo firmemente que sus  "preciosas joyas" podrían ser cortadas a menos que se comportaran, optaron por completo por la obediencia.

La subasta en el sótano del bar El Yanki concluyó cuando Cal y Jake fueron comprados, como un par, por un hombre que representa a un sultán de un remoto reino del desierto. El comprador sugirió que por una cuota generosa, Ahmed podría considerar llevar la mercancía que acaba de adquirir el sultán. Ahmed estuvo de acuerdo de buena gana, y en la noche una pequeña caravana salió secretamente de Salalah, cruzó la frontera de Omán y se dirigieron a través de las arenas hacia el interior. Fue el  principio de un largo y difícil viaje  para Cal y Jake.


Después de muchos días de viaje, la caravana finalmente llegó su destino, el reino del desierto del rico sultán, en cuyo nombre habían sido comprados los jóvenes marineros . Los cautivos fueron llevados al patio del palacio y se preparados para dar placer a su nuevo propietario.

El sultán, Askander el Magnífico, poseía un pene de proporciones gigantescas, era necesario abrir el culo de sus nuevos esclavos sexuales para que puedan dar cabida a su "herramienta real", sin ser destrozados. Para lograr esa apertura, gruesos consoladores tipo tapones anales  inscrustrados con piedras preciosas fueron insertados en los estrechos culos de Cal y Jake. Ahmed comenzó a manipularlos haciéndolos girar a mano todo el día. Esa noche con el más grande y grueso de los consoladores todavía incrustados en sus dilatados culos, los dos marineros fueron mantenidos en  el patio hasta la mañana siguiente.


Al día siguiente, los culos ya no tenían el más mínimo pliegue, simplemente eran una O rosada. Jake y Cal fueron presentados a su nuevo amo. El sultán, Askander el Magnifico, era un hombre imponente, de tez morena y ojos felinos, tan guapo y musculoso como un dios, merecía  completamente la denominación de Magnífico. Llevaba abrazaderas con piedras preciosas en los pezones, perlas en una cuerda perfecta adornaban alrededor de su brillante torso. Su pantalones de lino fueron cortadas por delante para revelar su "equipo personal", enorme además de palpitante se erguía pulsante como un bloque monstruoso de rígida carne real.


El exótico soberano sonrió lentamente a medida que miraba sus dos nuevos juguetes, admirando la perfección de sus bronceados cuerpos generosamente dotados. Su agente había elegido bien, Askander estaba contento con la adquisición.

A una señal del robusto monarca, tres de los guardias reales ataron a  Cal y Jake juntos, espalda con espalda. Jake en posición de cuatro patas y Cal encima con las piernas abiertas, Askander tenía fácil acceso a los agujeros; estaban sólo unos centímetros de distancia el uno del otro.


Atado sobre su compañero, con las piernas sobre los hombros del sultán, Cal espetó desafiante al sentir la la verga del gobernante como penetraba hasta lo mas profundo de su tierno ano. "Mierda", gruñó a sí mismo "No, otra vez" ... Recordó, la sensación de hundimiento en sus entrañas, le venía a la memoria  Ahmed y la manera como destrozó su  culo.

Pero, por supuesto, no había manera de que  Cal pudiera detener al arrogante Askander de hacer lo que quisiera con su bronceado culo californiano. Y lo que el sultán quería era meter la polla dentro de Cal, viscosas entrañas humeantes, golpeadas por su "tubo rígido", mientras el rubio marinero gruñía como un cerdo  bajo el brutal asalto sexual.

Debajo de él, Jake podía sentir las sacudidas y golpes, que recibía su amigo, el marinero de pelo oscuro, pensaba: "Pobre Cal...Pero diablos ... es mejor que sea él antes que yo...Esos consoladores de mierda fueron suficientemente malos". No le importaba en absoluto servir de mesa en la cual el sultán devoraba gustosamente al "Pobre Cal". Incluso sostenía con fuerza el cuerpo de su amigo pensando que así salvaría su propio culo.

Pero antes que pudiera darse cuenta Jake, Askander abandonó el fangoso agujero de mierda de  Cal y, sin perder ni un segundo, golpeó sus trece pulgadas y medias en la  profundidad del caliente culo del desprevenido Jake.

Jake dejó escapar un grito haciendo temblar las vigas del techo del palacio y cayó de bruces sobre su vientre plano. Un par de los guardias entró en escena y lo levantó de nuevo a su posición,  Jake estaba seguro que tenía el culo completamente desgarrado por aquel golpe demoníaco de Askander . Esos consoladores dorados ​​habían sido un juego de niños comparados con esto.

Sus gritos poco a poco pasaron a sollozos, finalmente a gemidos a medida que el dolor ardiente se relajó y se fundió en un calor erótico que se sentía casi agradable. Esta parecía ser la señal de Askander había estado esperando. Ahora que los marinos se habían acostumbrado a su polla de  tamaño super, comenzó a cogerlos de forma alterna, deslizándose fácilmente de culo en otro, uno o dos golpes en el recto de Cal, a continuación, cambiaba para Jake durante unos cuantos golpes, luego Cal de nuevo y luego de vuelta a Jake. Una y otra vez, tiempo que parecían horas.

Los guardias aplaudieron el vigoroso desempeño de su soberano, vitorearon ruidosamente cuando finalmente vació las "bolas reales" en el devastado Jake, cuyo orificio goteaba. Aplaudieron de nuevo cuando, unos minutos más tarde, vació una segunda carga en las entrañas de Cal. Para Askander el tiempo había terminado, estaba amaneciendo sobre las arenas del desierto y los guardias aplaudieron hasta desfallecer.

En los meses que siguieron, a los dos jóvenes apuestos marineros estadounidenses  se les dió muchos deberes que cumplir. De vez en cuando les pusieron a trabajar en los campos del sultán, donde uno y otro fueron aprovechados en un primitivo arado, utilizados como bestias de carga. El capataz era un tipo particularmente desagradable, se deleítaba usando su látigo en estos "animales de granja".


En otras ocasiones Askander utilizaba a Cal y Jake para satisfacer sus frecuentes sádicos impulsos. El sultán era muy inventivo a la hora de elaborar juegos de ingenio, y tenía una amplia colección de juguetes y dispositivos con los que poner en práctica su fértil imaginación. Con el tiempo, los jóvenes marinos, para su sorpresa, se encontraron a sí mismos empezando a disfrutar de sus sesiones con el sultán musculoso y guapo, buscaban poder dar placer a su magnífico cuerpo; aceitado y perfumado.


Así fueron pasando los años. Cal y Jake se convirtieron en los juguetes sexuales favoritos del sultán. Ellos aprendieron a chuparle la polla, lamerle el peludo culo y soraerle las axilas húmedas ante su mandato. Le lamían los dedos de los pies con la lengua. No había un centímetro de su cuerpo densamente musculoso que no habían probado cientos de veces. Daban el culo sin argumento o resistencia, para ser follados por puños, consoladores y todo tipo de aparatos extraños. Con el tiempo, se hizo cada vez más difícil recordar con claridad sus vidas anteriores como oficiales de la Marina de EE.UU. Estaban ahora en un harén como esclavos sexuales, y su único propósito en la vida era servir a la espectacular polla y el cuerpo musculoso de su magnífico amo.

Epílogo

Pero todas las cosas, buenas y malas, llegan a su fin. Después de cuatro años de servicio en el harén, los dos marineros americanos hicieron un balance de su situación y se dieron cuenta  que echaban de menos su tierra natal. Hicieron un atrevido escape del palacio del sultán , soportando penurias extremas, cruzaron el desierto a pie hasta Abu Dhabi, donde fueron rescatados por sus compañeros de la Marina .

Hoy están de vuelta en EE.UU, donde su vida como esclavos sexuales de harén es sólo un recuerdo lejano  difícil de creer. Pero su aventura de cuatro años en el desierto alteró el curso de toda su vida. Estos dos atletas, una vez heteros son ahora muy diferentes de antes de su viaje a Salalah. Jake rompió su compromiso con su novia del instituto, Linda Sue Barret, se mudó a San Francisco y actualmente trabaja como un call-boy de alto estandar para una importante empresa donde atiende a homosexuales ricos e influyentes. A través del dinero y la influencia de sus encantos, fue capaz de adquirir un local de su elección en Folsom Street, la propiedad se convirtió en un bar gay muy exitoso.

Cal se ha comprado una motocicleta y un conjunto de cuero sexy, tomó camino a través de todo el país donde folló de costa a costa, también terminó viviendo en San Francisco, donde se convirtió en uno de los más salvajes pasivos de esta o de cualquier década. ha incursionado como una superestrella de porno aparecido con gran éxito en una serie de vídeos de Falcon Studios.

El y Jake se ven con regularidad, se han mudado recientemente a vivir juntos y son considerados por muchos como los más ardientes hombres de la ciudad.

3 comentarios:

  1. EXELENTE xD te lo has currado mucho me encannnnta XD

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    1. Saludos amigos, esta ha sido la traducción mas larga que he hecho, y las más complicada también, tengo otras del mismo artista que iré publicando...gracias

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  2. que genial la historia, se veía larguísima, pero como estaba tan buena se me hizo corta, gracias por la traducción y el trabajo

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